La elección de los países anfitriones para el Mundial de la FIFA 2030 ha generado una gran controversia debido a sus implicaciones ambientales y logísticas. El torneo se llevará a cabo en seis países de tres continentes diferentes: España, Portugal y Marruecos albergarán la mayoría de los partidos, mientras que Uruguay, Argentina y Paraguay serán sede de los partidos inaugurales.
La decisión de la FIFA ha sido criticada por grupos ambientalistas que temen el impacto del extenso viaje necesario para acomodar a los 48 equipos y a los millones de aficionados que asistirán al evento. La organización New Weather Institute ha expresado su preocupación por el aumento de las emisiones de carbono que resultará de los vuelos intercontinentales necesarios para el torneo. Esta preocupación se agrava por el hecho de que la FIFA ya había sido acusada de dar una impresión falsa sobre la neutralidad de carbono del Mundial de 2022 en Qatar.
Además de las preocupaciones ambientales, la logística del torneo también ha sido cuestionada. Gareth Southgate, entrenador de la selección inglesa, ha manifestado sus dudas sobre la integridad deportiva del torneo, señalando que los equipos tendrán que adaptarse a cambios significativos de zona horaria y condiciones de juego al trasladarse entre continentes.
Por otro lado, la elección de los anfitriones para 2030 también ha puesto a Arabia Saudita en una posición privilegiada para albergar el Mundial de 2034, a pesar de las críticas por sus abusos de derechos humanos. La falta de otros países postulantes ha facilitado que la FIFA apoye la candidatura saudí.
En resumen, la organización del Mundial 2030 presenta un desafío significativo tanto desde el punto de vista ambiental como logístico, y ha generado un debate intenso sobre las prioridades y compromisos de la FIFA en relación con el cambio climático y la integridad del deporte.
